2 de julio de 2010

Un día en el taller


No falla. En mis diez años de luthería, la pregunta que con mayor frecuencia surge a la hora de responsabilizarme de la construcción de un instrumento de cuerdas americano —interrogante con rostro feliz, eso sí, ante la posibilidad de una respuesta afirmativa— es ésta: "¿Puedo ver el taller...?".

Para quienes lo habitamos cotidianamente, ese lugar polvoriento y sembrado de viruta tiene una familiaridad cálida y sencilla, pero para los músicos que desarrollan una particular relación de afecto con su instrumento, es un recinto impregnado de cierta magia y misterio... Casi diría que revestido de un halo sagrado: el lugar de nacimiento de un ser íntimo y querido.

Mi respuesta ante la solicitud de visitar el taller suele ser siempre la misma: "¡Por supuesto que sí!...". "Pero mire que somos trabajadores humildes...". Añado este comentario pensando en los talleres que he podido apreciar en algunos programas de televisión, artículos de revistas, páginas web... Con herramientas por estrenar, sin virutas, con sillones amplios para descansar o recibir visitas... ¿Y ahí se trabaja? No puedo evitar hacerme esta pregunta...

Mi taller, en cambio, es mi hogar, y su geografía cambia caprichosa y constantemente bajo el polvillo que inunda cada habitación, cual dunas en el desierto del Sahara...

No importa... Para quien lo visita, es el mejor lugar del mundo...

Es por eso que hoy abro las puertas de mi taller para ustedes. 'Luthería América en Cuerdas' no es sólo el nombre de la bitácora de un luthier. De veras que existe...;-) ¡Bienvenidos, amigos!


El morocho que ven en la foto es Carlos Bordón, mi compañero en el taller, la música y la vida. Aquí pasamos todas nuestras mañanas y no pocas tardes...; incluso noches, cuando los plazos de entrega apremian. Carlos realiza los trabajos de preparación del material.

  • El Luthier, al fondo, trabajando con gubia en charango
Casi todos lo trabajos son realizados a mano. Sólo utilizamos tres máquinas: una 'sierra de cinta sin fin', para cortar los tablones; un 'Tupi', para la línea de los ensambles de tapa; y un 'plato de lija',  para afilar herramientas y desbastar piezas de calibración. Lo demás son formones, gubias, garlopas, prensas, pegamento; muchas lijas y mucho sudor.

  • Viruta a viruta... Vaciado de charango, un minucioso proceso
  • Tallado de cuerpo de charango, con' Spauser'
  • Guitarra, practicamente terminada, banco de trabajo y herramientas
  • Por encargo y en una sola pieza. Una guitarra pronta a continuar su camino de vida
Tras el laborioso proceso de construcción: vacíar, tallar, ajustar, ensamblar..., antes del lustre se encorda el instrumento para calibrarlo. Allí es cuando las voces se sueltan, viajan y anidan.

Cuando llega ese ansiado momento final, la emoción casi no nos deja dormir... Se pule esto, se rebaja aquello, se cambian materiales... El instrumento ¡ya vive!...

Luego se le mima por fuera: se lustra, se pule... Y la guitarra, o el charango,  se va a vivir lo que debe, a seguir su camino de mano de otro dueño, a cantar melodías, a recibir tristezas y alegrías... ¿Qué más se puede pedir?

Se apaga la luz, se sacude el polvillo de las ropas y el cabello; un baño y... mañana será otro día.

  • Mombo, un amigo infaltable, dominando su territorio
Perdonen esta última foto... Pero a los compañeros fieles no se los deja fuera. Mombo, la mascota del taller 'Luthería América en Cuerdas', en Córdoba, Argentina.

5 comentarios:

  1. Es la primera vez que doy con esta página y me parece un blog muy original, auténtico. Sigue así, Luthier. Y compañía... Me parece de mucha paciencia el oficio de luthier. Pero también me parece un trabajo mágico. Qué rebonito Mombo controlando su territorio. Saludos.

    Nausicaa

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  2. Gracias Nausicaa por tus comentarios y te doy la bienvenida al blog... ¿Verdad que es bonito mi compañero?...le digo así porque donde quiera que vaya está él a unos pasitos (ya verás lo pequeño que es). También es muy mimoso, al punto de preferir caricias a comer. Nosotros le damos mucho de ambas cosas.
    Tienes razón en lo de la paciencia...de hecho te enfrentas a muchas ansiedades a las que no puedes dar respuesta porque los tiempos necesarios no hay cómo apresurarlos...En algún momento postearé algo sobre "el proceso de estacionamiento", y cómo uno debe "estacionarse" con la madera.
    Un abrazo y seguimos en contacto......El Luthier

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  3. Gracias, Luthier, por la bienvenida. Tiene carita de mimoso Mombo. ¿Significa algo especial su nombre?
    Parece interesante lo que anuncias sobre el estacionamiento. Quizás ese saber esperar pueda aplicarse a otras situaciones. Un abrazo.

    Nausicaa

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  4. Para nada....su nombre fué puesto por mi sobrina. Luego ellos se mudaron a 3000 km. y me lo dejaron de herencia. De hecho creo que le cambiarion el nombre varias veces. Si puedo decirte que es muy mimoso, pero sin embargo no molesta...Es un premio, al menos para mi....El Luthier

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  5. Para Mombo también habrá sido un premio. Se le ve contento en la foto. Orgulloso de ser la mascota de vuestro taller de Luthería. Seguro que le gusta la música;) Saludos, Luthier.

    Nausicaa

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